Qué asco de fútbol moderno. Creía haberlo visto todo en el fútbol hasta que el pasado domingo después de ver a Guardiola jugar su primer partido en México (que pena verle ‘morir’ así por los campos, por cierto) presencié un hecho insólito. Víctor Aguado, debutante en el banquillo del América, equipo azteca más rico y poderoso, apareció en el campo como si se tratase de un head coach de la NFL. Sólo le faltó la gorra, pero por lo demás utilizó la misma tecnología que emplearán Bill Cowher y Mike Holmgren, técnicos de Pittsburgh y Seattle, en la final de la próxima Super Bowl. Sí, ya sabéis, el aparato ese que se ponen en la cabeza, que incorpora unos cascos y un micrófono.

Pensé que Aguado usaría el invento para contactar con algún jugador, algo así como lo que hizo el extravagante Luxemburgo con Raúl cuando utilizó el famoso ‘pinganillo’ para darle instrucciones durante el trofeo Santiago Bernabéu. Pero no. Nada que ver con eso. El técnico se estaba comunicando con el director deportivo, Manuel Lapuente, personaje éste que dirigió a México en Francia 1998. Aunque ambas partes se declaran independientes, lo cierto es que el entrenador está en un brete, porque de no bajarse los pantalones ante las órdenes del jefe, y en riguroso directo, ya sabe cuál es su destino. Asqueroso.

Ante esta situación se me ocurren varias preguntas. ¿Existiría algún entrenador capaz de perder así su dignidad con tal de dirigir a un equipo de la talla del Real Madrid o Barcelona? ¿Qué papel juega la figura del segundo entrenador? ¿No es más útil escuchar la radio para ver qué dicen los comentaristas durante el transcurso del partido? ¿Se atreverá alguien a utilizar este método en España? ¿Tomará nota Luxemburgo de su colega mexicano? ¿Y Piterman? ¿Imagináis a Luis Aragonés con un casco de estos en la cabeza?