Me cae bien este tipo, no puedo negarlo. Cuando le escucho hablar siempre espero algo distinto, diferente. Me cansan los discursos tipo Butragueño, repetitivos hasta la saciedad, sin contenido y plagados de tópicos. Eto´o habla como el chico de la calle que es, porque ahora que la tormenta arrecia contra él más valdría recordar lo que este hombre ha hecho por su país, del que no se ha olvidado pese a estar cubierto de oro y elogios futbolísticos. Escasas fechas atrás corrió con todos los gastos para traer a unos cuantos chavales de su Camerún natal a jugar un torneo en Madrid. Los sacó de alguna aldea perdida, donde lo más redondo que hay es un melón en estado de descomposición. A mí me sirven esos gestos para definir al personaje. Sí, sé que tiene actitudes que no concuerdan con lo descrito, pero nadie es perfecto. Resultó lamentable su escupitajo contra Expósito. Y penosa la explicación posterior. No tiene excusa y lo sabe, por eso ha pedido disculpas. Como las pidió cuando vomitó insultos en la celebración de la pasada Liga. No es tonto, ni mucho menos. Es impulsivo, un hombre de sangre caliente. Y un delantero superlativo.

Recuerdo cuando jugaba en el Leganés. Con 17 años tenía detalles de crack, pero una actitud insoportable en el vestuario. Amenazó en varias ocasiones con marcharse, fruto de ese calentón momentáneo que, aún hoy, no ha logrado controlar. Memorable el trato que le dispensó Luis cuando le entrenaba en el Mallorca. Trabajó sin descanso ese carácter díscolo y disperso que tiene el camerunés para convertir al chico problemático y con talento en un futuro campeón. Afortunadamente para Samuel, Florentino Pérez desechó su incorporación al Madrid. Llegó al Camp Nou con una frase premonitoria: “correré como un negro para vivir como un blanco”. El resto de la historia es conocida. Es la historia de una Liga sometida a la voracidad de este león indomable.