Qué necesarias son unas vacaciones. Si el trabajo dignifica, el descanso revitaliza. Uno llega como nuevo después de haber disfrutado de la belleza natural de San Sebastián, de la espectacularidad de la península de la Magdalena de Santander, del sorprendente paisaje moreno de canarias. Un paseo desde el inquietante Peine de los vientos hasta el Boulevard de mis sueños cumplidos no tiene precio; un atardecer desde el mirador del Palacio de la Magdalena con el Cantábrico de fondo merece todo el tiempo del mundo; contemplar un mar de nubes sobre el Océano te deja obnubilado. Vacaciones, pues, tan necesarias como cortas.

Pero ya estamos otra vez en el Tajo, dispuestos a disfrutar del deporte rey. Un fútbol que calienta motores para el inicio de una temporada que se presume interesante de verdad. O eso espero. De momento, pinta bien. Para contarlo y compartirlo está este autobús remodelado gracias a la habilidad de mi hermana con estos inventos. A ella, gracias y una mariscada de aupa. A vosotros, comienza la segunda travesía.